PON TU CABEZA EN MI HOMBRO Y CUÉNTAMELO
Me llamo Javier
y vivo en un pueblo.
Ya sé que tu
has encontrado a otro
y que ese otro es
algo parecido a lo que tu
querías que fuera yo.
Pero seguimos siendo amigos,
claro, como antes,
yo sigo siendo el mismo
aquel que duda
aquel que te cuenta algo divertido
el que no importa
el que su vida es alegre y danzarina.
Y aquí sigo
contando mis desdichas al destino
a este marco blanco y frío
que se llena de palabras
y no sabe de callar.
Y tu ríes cuando escuchas
y suspiras por el otro,
pero conmigo no te das cuenta
que soy el que te pone el hombro
para que apoyes la cabeza
y llores sin más.
No importa, para eso están los amigos,
para dar su comprensión al desvalido
y aparcar sus problemas.
Y ya me estoy cansando de eso,
de tener que arrimar el hombro,
de tener que consolar
y que a mí nadie me consuele.
Pero algunas veces es mejor
recurrir a los problemas de los demás
olvidarse de los que tenemos nosotros
y ayudar, aunque por dentro
un angelito endemoniado diga:
- ¡Menudo tostón!
(Shhhhhhhhhh...)
COMUNERO
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