miércoles, 6 de noviembre de 2013

MMMMMUUUAAAAAAAAKKKKKKK




MMMMMMMMMMUUUAAAKKKKK 

 Muuuuaaaaakkkkkk 
 Muuuuaaakkkkkkkk... 

 Joer, qué ricos saben los besos 
 sobretodo cuando no se habla 
 cuando los ojos se miran 
y sobran las palabras... 

 Y es que no me atrevo a decirla 
 cuánto me gusta, 
 porque si se lo digo, 
 igual se enfada o se asusta. 

 ¿Qué hacer? 
 Seguiré dándola besos 
 de esos que casi no se escuchan 
 de esos que ni se ven 
 porque entre su pantalla y la mía
 hay un mundo sin pared. 

 Pero nos vemos,
 nos leemos, 
 nos escuchamos casi sin querer 
 y sus palabras me suenan 
 como campanadas de mujer 
 que me acarician desde los dedos 
 hasta la forma en que la quiero yo ver. 

 Y me siento en esta silla 
 y pienso que está ahí, delante, 
como si fuera la chica callada y distante 
ésa, que siempre me imaginé. 

 Mmmmmuuaaakkkkkkkk 
 Muuuuaaaaaaaaaakkkkk.

COMUNERO

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