sábado, 10 de diciembre de 2011

MI MIEDO Y TU



MI MIEDO Y TU

El miedo que yo tenía
te volvía más valiente
y las dudas que me envolvían
tu siempre las resolvías
con una parsimonia indolente.

Y es que solo había algo
peor que las propias dudas,
que el propio miedo,
que la parsimonia,
lo peor de todo era
sentir que todos los años
iban lentamente pasando
y no tener a nadie cerca.

Alguien en quien la amistad
no fuera una condena,
ni un vivir sin vivir,
ni un tener que buscar respuesta.

Alguien que me alegrara
sin tener que discutir.
Alguien que le gustara
la tarea de compartir.
Que no se callara,
que me dijera lo que pensaba
aunque fuera una bobada,
aunque fuera una ocurrencia,
o yo qué sé,
una vivencia
que tuvo en algún sueño,
un recuerdo,
una confidencia...

Y así ví pasar el tiempo.
Escribiendo y sin parar.
Creyendo que una máquina
podría darme ese acompañamiento
que no me daba persona humana
porque si me cansaba la apagaba
y mañana si tenía ganas
la volvía a enchufar.

Pero me faltaba algo.
Un contacto, una sonrisa,
una lágrima,...
El HOLA de bienvenida,
el ADIOS de un pañuelo blanco.
Un beso en la mejilla,
las miradas, las caricias,
los movimientos de los labios,...
El guiño de unas pestañas,
sus dedos desgreñando mi pelo alborotado.
Recorrer valles y montañas
sucumbir a sus encantos.
Encontrarme por las mañanas
cuando el día estuviera empezando
con mil besos por la cara,
por el cuello,
por los hombros,
por los dedos de las manos,...

Que la vida fuera una apuesta
por superar todas las metas.
Que la normalidad
no fuera normal.
Saber que nunca más
los días serían iguales
y que el miedo que yo tenía
por fin se marcharía
y que tu seguirías aquí
cerquita de mí
como dos baquetas
tocando el mismo tambor,
como los latidos de un corazón,
como dos almas proyectadas en ascensión
a cumplir sus sueños,
a volverse bellos a través del viento,
a quererse más y más,
y más,
y más y más...


COMUNERO

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